El fallo del TJUE contra la pesca: un retroceso premeditado
Abdelali Barouki
17 de octubre de 2024
El reciente fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) acerca de los dos acuerdos de pesca y agricultura firmados entre la UE y el Reino de Marruecos provocó muchas reacciones y ha visto correr ríos de tinta en los últimos días. Un fallo considerado por diversos especialistas como incongruente, infundado y jurídicamente desacertado. El TJUE ha considerado que los dos acuerdos son "ilegales" porque se celebraron sin el "consentimiento del pueblo del Sáhara occidental", que esta zona está todavía en litigio en la ONU y "no está bajo soberanía marroquí", y que la parte que debe normalmente beneficiar de estos acuerdos es el "pueblo saharauí" a través del "Frente Polisario, que es el único representante de este pueblo". Un discurso que se reitera cada vez que se plantea la cooperación entre Marruecos y la UE.
La verdadera polémica está en el acuerdo de pesca, ya que en materia agrícola las relaciones comerciales entre Marruecos y Europa han sido muy importantes en la última década y es probable que se consiga enmendar el convenio. Pero en pesca, el Frente Polisario presentó un recurso de anulación total ante el tribunal europeo desde su sede en los campamentos de Tinduf, en Argelia. País que apoya a todo su aparato político y propagandístico.
Aquí hay toda una historia de negociaciones en torno a la pesca, que el Tribunal de Justicia europeo decidió ignorar. Inicialmente con España -el país que más se beneficia de la pesca en aguas marroquíes-, luego con la Comunidad Económica Europea y finalmente con la entidad sucesora de éste, la actual Unión Europea. Y en todos los casos, aunque los separatistas se opusieron, los acuerdos se firmaron sin mención alguna al Sahara marroquí como "zona de conflicto", especialmente desde el acuerdo firmado el 28 de julio de 2005. Por eso, podemos calificar al discurso utilizado por el TJUE como algo extemporáneo, ajeno al desarrollo de las relaciones entre el Reino de Marruecos y la Unión Europea -y antes entre Marruecos y España, en los años previos a la adhesión española a la Comunidad Económica Europea, que fue en 1986.
En España, cuando en el pasado se debatía sobre los acuerdos con Marruecos, aparecía el discurso ideológico afin al separatismo de parte de la izquierda, pero se terminaba imponiendo la lógica de los intereses generales y el afán de desarrollar las mejores relaciones con Marruecos. En los años 70 del siglo pasado, tras la firma del Acuerdo Tripartito de Madrid -entre Marruecos, España y Mauritania-, y con los separatistas recién aparecidos en escena, los izquierdistas rehusaban la firma de cualquier acuerdo de pesca con Marruecos en las aguas atlánticas del Sáhara marroquí, por contradecir el supuesto principio de "soberanía del pueblo saharauí". Y a pesar de que el Frente Polisario amenazaba a los pescadores españoles en las aguas atlánticas. Fue entonces cuando Marcelino Oreja Aguirre, Ministro de Asuntos Exteriores español, de la Unión de Centro Democrático en el Gobierno de Adolfo Suárez, intervino en el Congreso afirmando que España "no reconoce al Frente Polisario como único representante legal de la población saharaui, y no teme las amenazas a sus pescadores porque sabrá cómo responder a cualquier ataque."
Aquél mismo discurso de la derecha española, lo adoptaría luego la izquierda -el Partido Socialista Obrero Español- cuando llegó al poder. Comprendieron el mensaje del Rey Hassan II, que en paz descanse, cuando declaró en una entrevista: "Pensaba que después del Acuerdo de Madrid, las relaciones entre Madrid y Rabat conocerían una verdadera cooperación fraternal, una cooperación objetiva entre socios. Pero no ocurrió como esperábamos el Rey Juan Carlos I y yo". Por eso, en 1983, defendiendo el acuerdo de pesca que firmó el gobierno de Felipe González con el Reino de Marruecos, Manuel Medina Ortega, representante del Grupo Parlamentario Socialista en las Cortes, afirmó que: "Ahora no tenemos una situación colonial, en la cual el Gobierno español pueda imponer a una potencia colonizada la explotación de sus recursos. Dicho de otra forma: hemos sido frontera económica de la colonización, hemos tenido enfrente a unos pueblos a los que hemos tratado en condiciones injustas, a los que hemos explotado tradicionalmente, y ahora por primera vez tenemos pueblos independientes y soberanos."
Ese era el discurso político sobre el Sáhara marroquí en los años ochenta del siglo pasado, con una izquierda española que estaba en su momento de plenitud, y cuando Marruecos estaba iniciando sus relaciones diplomáticas con los gobiernos de la postransición democrática en España. Tras la Marcha Verde y la firma del Acuerdo Tripartito, los gobiernos de ambos países construir un vínculo comercial cada vez más sólido. Pero ahora, finalizando el primer cuarto del siglo veintiuno, y después de que las relaciones Marruecos-Europa hayan atravesado varias etapas, convirtiéndose Marruecos en un socio avanzado de la Unión; después de todo lo que ha avanzado Marruecos en la cuestión del Sáhara, tanto en materia de autonomía como de regionalización, en momentos en que los verdaderos saharauíes están representandos en sus comunas, provincias y regiones, y en que su Majestad el Rey Mohamed VI ha dejado claro que "la cuestión del Sáhara es el anteojo a través del cuál Marruecos ve el mundo, y es el criterio claro y simple, y con el que mide la sinceridad de las amistades y la eficacia de las asociaciones". En un momento óptimo de las relaciones entre Marruecos y muchos países europeos, cuando Francia reconoce la marroquinidad del Sáhara y España califica a la iniciativa marroquí de autonomía del Sáhara como "seria, realista y creíble", nos sale el TJUE con un fallo que refleja, intencionadamente o nó, la ignorancia que reina en muchas instituciones que consumen discursos antiguos e incongruentes.
Me viene a la memoria una declaración de su Majestad el Rey Mohamed VI, entonces Príncipe, durante su visita a España por invitación del entonces Príncipe Felipe -hoy Rey Felipe VI-, sobre las relaciones con la Unión Europea, cuando dijo que Marruecos no debe considerarse como un "castillo económico", cerrado ante los terceros países, y que "en vez de intentar mitigar el ambiente de los obstáculos a la cooperación, debemos hacer uso de nuestra imaginación y creatividad."
¿Acaso encontrará la Unión Europea otras formas creativas que puedan estar al nivel de la cooperación estratégica que Marruecos ha venido construyendo con toda seriedad, claridad y ambición desde 1976? .
Abdelali Barouki es diputado nacional en la Cámara de Representantes del Reino de Marruecos por el Partido de la Independencia (Istiqlal) y profesor-investigador de la Universidad Mohamed V en Agdal, Rabat.