El derrocamiento de Al Assad y el próximo cambio de gobierno en Estados Unidos están relacionados. En la neblina de la información insuficiente y contradictoria, pareciera los diferentes actores que se coordinaron estratégicamente para producir este desenlace jugaron el mecanismo de la oportunidad. Está llegando a Washington un segundo Donald Trump, más decidido que el primero a realizar su geopolítica, y más enfrentado que nunca al dispositivo de la guerra. No solo quiere sacar a sus soldados de todas las guerras territoriales, desde Eurasia hasta Medio Oriente, y volcar todos sus esfuerzos a la competencia geoeconómica con todo el mundo; también quiere desmontar al generalato y....ew ixame teoParece Algo de esto escribió Rosendo Fraga en....difícil desvincular el asedio de los insurgentes sirios del cambio de gobiernoniernocaída de Al Assad.
Rusia, Siria y Argentina
La otra retirada significativa pareciera ser la de Rusia. Pero antes de intentar entenderla, cabe la pregunta sobre...
En La derrota de Occidente, Emmanuel Todd analiza el problema de la rusofobia. Como otras xenofobias, el encono contra los rusos estaría hecho de mitos y prejuicios. Uno de estos mitos sería el de la indivisibilidad y verticalidad del poder en Rusia: allí, se dice, todo pasaría por un Putin que monitorea cada detalle de lo que sucede. Y eso no es verdad: Rusia no es tan simple, y hay diferentes actores que juegan.
Otro mito, muy de moda desde hace diez años, es el de la omnipresencia del Kremlin. Los rusos estarían metidos en todos los asuntos mundiales. Esta rusofobia, definida por Todd es un sesgo del análisis internacional; casi una rémora de la guerra fría.
Siguiendo esta línea, explicar la caída de Al Assad por la inacción de Rusia sería otro caso de rusofobia: habiendo tantos otros factores que nos aproximan mejor a la compleja matriz siria, poner todo el foco en lo que haga o deje de hacer Putin luce como una suerte de obsesión. Todd sostiene que, mal que le pese al análisis rusófobo, la Rusia de Putin está más orientada a consolidar su desarrollo económico interno que a la innovación geopolítica externa, y que muchas de las geoestrategias atribuidas a Moscú en la última década han sido pura exageración.
La tesis de la rusofobia se lleva muy bien con el argumento del Kremlin para justificar la escalada militar del 24 de febrero de 2022: que el despliegue de tropas sobre territorio ucraniano fue una respuesta defensiva a la arrogante provocación a Moscú por parte de la OTAN obamista-bidenista, "verdadera causante de la guerra". Esta idea fue defendida en varias oportunidades por John Mearsheimer, el principal internacionalista de la actualidad, y recientemente recibió un guiño del mismísimo Elon Musk.
No obstante, el análisis dominante en Washington durante la última década ha sido el de Rusia como estado codicioso y contendiente global de Estados Unidos y la OTAN, que sale de su área de influencia euroasiática y se proyecta sobre Medio Oriente y África, motivado por una vieja aspiración bioceánica. Esta narrativa de la Rusia codiciosa y mundial quiere encontrar sus orígenes en la ya mitológica Doctrina Primakov, aparente antecedente del nacionalismo putinista. Supuestamente gestada como reacción visceral a la guerra atlántica contra Serbia, en la segunda mitad de los 90, la Doctrina Primakov se habría convertido en una batalla contra Occidente que se libra en todos los espacios de la tierra.
Dentro de esta lectura, teñida de geopolítica clásica, Siria era la pieza del rompecabezas -o el punto de estrangulamiento- que consumaba la estrategia mundial del Kremlin. El mapa de la influencia rusa, elaborado por el historiador Gerardo Muñoz Lorente a partir de la lectura de los informes del Institute for the Study of War y otros centros de pensamiento, nos muestra el encadenamiento territorial: desde su control euroasiático del Cáucaso y el Caspio, asegurado en Ucrania, se proyecta en Irán, Irak y Siria, y ello se convierte en la puerta de acceso al África del Sahel. La presencia rusa en Siria
Los grandes hitos de esta tesis fueron el involucramiento de Rusia en la guerra civil de Siria a partir de 2011, la reactivación de la bases militares rusas en territorio siria -que datan de principios de los 70, ya que el régimen de los Al Assad fue un aliado de Moscú durante la guerra fría- y, fundamentalmente, la expansión al África del antiguo Grupo Wagner, la célebre empresa privada militar rusa, devenida en Africa Korps tras la muerte de su fundador, Evgeny Prigozhin. Los numerosos informes que dieron cuenta de la importancia de las bases rusas en Siria para el aprovisionamiento y la logística del Africa Korps, hoy desplegado en Nigel, Mali y otros países del Sahel, daban sustento a la tesis del expansionismo ruso. Y un punto cúlmine sería el establecimiento de bases navales y grandes puertos comerciales en el Golfo de Guinea, para controlar el acceso al Atlántico de los países del Sahel sin salida al mar. Y para consumar la Rusia atlántica y mediterránea con la que ni zares ni soviéticos habían siquiera soñado.
El punto débil de la alegada estrategia rusa es: por qué Rusia defiende y predica la noción de un mundo mutipolar, y al mismo tiempo intenta tener un control territorial directo y excluyente de los puntos estratégicos de la geografía munocps toda esta elaboración
Por el contrario, la Rusia multipolar en acción utilizaría alianzas con potencias intermedias y claves regionales para lograr sus objetivos, en lugar de querer conseguirlos con sus propias estructuras
La caída de Al Assad vemos un mundo de potencias medias:
Y Argentina? Para Argentina,
de estar en el Atlántico. proyección está construyendo un nuevo eje de influencia en Medio orientecontendiente
Una contradicción: por qué una Rusia que predica la multipolaridad
Hacia Moscúcomplementa va de la mano con ver a las acciones militares rusas en Ucrania más como algo defensivo que
No obstante, podemos partir de esta omisión para pensar las implicancias....